miércoles, 30 de diciembre de 2009

Llueve

Llueve,
ya no se escucha el susurro de los pasos
se apagó la alegoría de los niños.
Descienden pequeños trozos de cielo
hasta devolverle la vida a los charcos.

Caen las gotas cual luces brillantes que ciegan la vista
besan mi ventana,
abrazan mi alma. . .
Llenan todo de sí mismas
llenan mi cuerpo de energía.

Llueve
y cada gota me hace querer estar debajo de ella,
de cubrirme con su fuerza
de sentir todo aquello que recuerdo con ella.

Mi alma se inunda de alegría,
de vitalidad al escuchar su entrada triunfal...
Mis brazos quisieran tomarle en el fuerte abrazo de un sueño
en mi corazón, danzan antiguas de regocijo

Llueve,
si, llueve para impregnar el mundo de su fragancia,
llueve aunque todo siga su camino
llueve para recordarlo todo; para pensar en nada,
llueve, simplemente llueve. . .